Discusiones

¿Se puede amar y odiar a la moda al mismo tiempo?

La moda puede ser como ese crush al que idealizaste tanto pero tanto, que cuando llegas a conocerlx bien, te decepciona de mil maneras. Tú ya veías los red flags a mil millones de metros de distancia, pero decidiste ignorarlos porque así es la fascinación: un poquito engañosa. La moda, entonces, tiene muchas aristas hermosas. Es arte, cultura y expresión. Sin embargo, sumergirse un poco más en ella significa encontrar un sinfín de defectos. ¿Cómo vivir con esta relación de amor-odio? ¿Comprar de manera consciente es suficiente?

Enamorarse, conocerse y desilusionarse

Personalmente, no recuerdo cuándo fue que la ropa me flechó. Sólo recuerdo ver revistas, desfiles y blogs con una fascinación inmensa. Los colores, las texturas, las fotos, y las infinitas posibilidades me hipnotizaron desde siempre. Un caso severo de idealización máxima.

Al crecer, tuve el privilegio de estudiar moda. Pude por fin conocer un poco más lo que tanto amaba. Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que todos los red flags que veía lejanos se convirtieron en problemas personales: la precarización laboral, el racismo, el clasismo y la discriminación de cuerpxs mataron de a poquitos mi amor incondicional.

Y es que no creo que sea la única a la que le cuesta sobrellevar estos sentimientos encontrados. Por un lado, está toda esta pasión por lo linda que es la moda y, por otro, el ser conscientes de lo tóxica que es -en todos los sentidos posibles.

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Así tal cual. Fuente: Google.

¿Convivir con el enemigx?

Para quienes trabajamos dentro de la industria, reconciliarse con la moda puede ser un poco más complicado. Para nosotrxs, la ropa no sólo es un objeto de consumo, sino que es el quehacer.

Imagino que muchxs trabajamos cuestionando muchas decisiones que tenemos que tomar en la vida diaria, sin poder hacer mucho, pues, al fin y al cabo, también somos trabajadores que necesitan cuidar a capa y espada la chamba y el sueldo que nos permitan vivir los locos lujos de comer, pagar una vivienda y poder ir al hospital si es que estamos enfermxs.

Sin embargo, considero que el ser conscientes de la problemática, eventualmente puede abrir la discusión (cosa que antes no pasaba) entre quienes pertenecemos a la industria. Hablar del porqué no existen los suficientes espacios dentro del circuito local para las personas no blancas y disidentes, o del porqué no tenemos una ley de talles o de las condiciones laborales dentro de la industria textil, pueden ser oportunidades para lograr mayores cosas en el futuro. No creo que, por ejemplo, la ley de talles en Argentina haya sido promovida sin un grupo lo suficientemente grande que abogaba por él.

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“Estudié 6 años para trabajar en moda”, “Así que ahora sabes cómo funciona la industria, ¿no?”, “Pero, sabes cómo funciona, ¿no?”. Fuente: @1granary

Comprar de manera consciente

El estar del lado del consumidor también es bastante confuso. Las tendencias cambian de un día para el otro y la globalización ha aportado a que lo sepamos de forma instantánea. La moda rápida, sin duda, es la forma más fácil de acceder a ellas, pues no sólo tiene la capacidad de responder con la misma rapidez con la que cambian las tendencias en redes, sino que también son de las pocas opciones para quienes no podemos asignarle un gran presupuesto a la compra de ropa o de accesorios.

En medio de una de las crisis más grandes de todos los tiempos, la precarización laboral, la inflación y otros factores que afectan nuestra capacidad de gasto no le son ajenas a nadie. Por estas razones, es imposible que por más consciente que unx sea de que la moda rápida es tóxica, dejemos de consumirla porque simplemente es una de nuestras pocas opciones factibles.

Comprar indumentaria sostenible, de calidad y que haya sido hecha de manera responsable, es hoy por hoy, un lujo. No todxs podemos acceder a ellas por más que quisiéramos, por lo que la clásica frase “comprar de manera consciente” se vuelve, tal vez, un poco irreal.

Mi nivel de gusto. Mi presupuesto. Fuente: fashionispsychology.com

Volver a enamorarse

Lo tóxico de la moda difícilmente va a ser solucionado por los consumidores o por los trabajadores. Algo así como el no usar cañitas no va a hacer que el calentamiento global desaparezca. Es bastante irreal, puesto que la responsabilidad no es de nosotrxs sino de las grandes empresas. Ellos son quienes contaminan y quiénes buscan abaratar costos sin importar cuantos derechos laborales omitan.

De nuestro lado, podemos dejar de consumir en exceso. Podemos también exigir transparencia del lado de las marcas, o podemos dejar de ver a la ropa como objetos desechables que usamos una o dos veces y luego olvidamos al fondo del clóset.

Como profesionales desenamorados, podemos empezar a ver a la moda con otros ojos, restarle un poquito de nuestro tiempo a ver anonadados la nueva colección de Valentino, -increíble, por cierto- y consumir contenido que analice la moda desde una visión diferente.


Portada por Lorena Naveda.

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