Discusiones

¿Descolonizar los estudios de moda? Por Martina Barroeta, editora de Fashionerd.cl

Martina Barroeta es una investigadora chilena y editora de la plataforma de estudios críticos sobre la moda Fashionerd.cl. Sus últimos temas de investigación han girado en torno a la reflexión y discusión del sistema de la moda en contextos periféricos, como es el caso tanto de Chile como de Perú. Nos contactamos con ella y nos dio el placer de poder publicar la versión en español de un ensayo que escribió para el Research Collective for Decolonizing Fashion.

Aquí se lo dejamos ⭐:

“En los últimos días se ha hablado mucho de la importancia de descolonizar los estudios de moda. Sin embargo, las voces que se han hecho oír vienen, mayoritariamente, de países “no periféricos”. Como investigadora de moda nacida, criada y que vive en Chile, tengo algunas preocupaciones sobre este tema que me gustaría compartir.

Una de las cosas que los académicos de moda que están a favor de la descolonización de la disciplina comúnmente expresan es lo problemáticos que son los binarios “moda/vestir” y “sistema de vestir de moda/sistemas de vestir tradicionales”. Estoy de acuerdo. Este binario fue construido desde una perspectiva blanca y eurocéntrica, y dos de sus peores consecuencias son, en mi opinión, que las singularidades de formas, sistemas y prácticas de vestir consideradas como “no moda”, desaparecen bajo dicha categoría, o bajo la categoría de “tradición”, dependiendo del caso, no permitiéndonos apreciar cómo realmente funcionan, ni percibir su complejidad real; y que esta división fija motiva la creencia errónea de que la moda y la “tradición” se excluyen mutuamente. Mi primera preocupación surge de la respuesta que podamos darle a la pregunta “¿cómo superamos estos binarios?”.

Una posible respuesta es expandir el concepto y la historia clásica de moda, para hacerlos aplicables a formas, sistemas y prácticas de vestir que han sido históricamente consideradas “distintas a la moda”, para reconocer que los diseñadores, creativos y la gente en general, que no son originarios de Europa o de Estados Unidos, son perfectamente capaces de crear moda en sus propios efectos, y para varios otros efectos. Sin embargo, por mucho que me gustaría ver lo segundo materializado, creo que se requiere prudencia en torno a lo primero.

Una de las cosas que ha ocurrido demasiado a través de la historia de Amércia Latina es que, cuando los académicos del Norte enfocan su trabajo en nuestros países, tienden a explicar nuestras experiencias usando sus conceptos, en muchas ocasiones omitiendo las muy reales, profundas y legítimas diferencias que existen entre ambas realidades. Más relevantemente, tienden a nombrar o categorizar nuestros contextos, practicas, experiencias e instituciones de acuerdo a sus voluntades, a veces incluso en contra de la voluntad de la gente a la que están “estudiando”. Un ejemplo de esto es cómo algunos académicos europeos que estudian la historia de las mujeres en América Latina han categorizado algunas organizaciones de mujeres indígenas como feministas, incluso cuando esas mujeres han declarado expresamente que no quieren ser llamadas así, pues ese concepto les es ajeno y quieren recuperar su derecho a definirse a sí mismas, ya que ese derecho les fue quitado cuando comenzó la colonización. De esta forma, mi aprensión es que, al aplicar este nuevo y expandido concepto de moda a formas, sistemas y prácticas de vestir tradicionalmente consideradas como “no moda”, algo similar pueda ocurrir. La moda es para todos y puede ser creada por cualquiera, sí, pero algunas personas pueden no querer formar parte de ella. Mucha gente en este continente, particularmente en Chile, siente que la moda les es ajena, y dicha perspectiva debe ser respetada. En este escenario, el uso del concepto de moda puede ser tan colonizante como el uso del concepto de tradición o vestir.

La segunda manera de superar estos binarios es, desde mi punto de vista, más respetuoso en términos culturales, y apropiado para el propósito de descolonizar el estudio de la moda, o del vestir, o de como sea que le llamemos cuando terminemos este proceso, si es que llegamos a terminarlo. Esta forma consiste en reconocer la existencia, pluralidad y singularidad de cada forma de vestir que sea, legítima y válidamente, diferente de la moda, especialmente si dicha diferenciación responde a la voluntad de sus creadores y usuarios. Para que esto ocurra exitosamente, es fundamental permitir y apoyar la producción de conocimiento sobre la indumentaria por las personas que la usan o la han creado. Esto no es nada más que la manifestación de una demanda de larga data de la gente en América Latina que trabaja por la descolonización: su derecho a recuperar el control sobre sus propias culturas, su derecho a producir conocimientos sobre sus culturas de forma independiente, de acuerdo con su historia y perspectivas, su derecho a no ser estudiados, y finalmente, su derecho a crear sus propios métodos.

Todo lo anterior me lleva a mi segunda preocupación. Lograr lo que propongo en el último párrafo es casi imposible en países como el mío. En Chile, el estudio de la moda no es una disciplina con la que la gente esté familiarizada, ni siquiera la gente con más preparación. Tengo problemas explicándola cada vez que la gente me pregunta a qué me dedico. Es imposible acceder a educación formal en teoría de la moda aquí, porque no existen grados ni posgrados sobre el tema. Si existieran, seguramente sus listas de lectura consistirían en libros escritos por académicos de Europa y Estados Unidos, pero al menos tendríamos un espacio donde comenzar a producir nuestro propio conocimiento sobre la forma en que nos vestimos. Hasta ahora, lo único que podemos hacer es mudarnos a Nueva York, Londres o París para cursar una maestría en estudios de moda, y así somos obligados a aprender inglés o francés, y a estudiar las teorías “clásicas” primero. Pero incluso si esa posibilidad me gustara, para una estudiante de pocos recursos como yo, la única manera de acceder a ello sería mediante una beca, algo difícil considerando que para obtenerla tendría que competir con muchos otros candidatos de países más privilegiados que probablemente recibieron una educación mejor. La estructura centro-periferia causada por el colonialismo se hace altamente evidente en este punto.

En conjunto con gente con la que comparto intereses, hemos creado una comunidad de estudio e investigación en el campo de los estudios de moda, de forma que podamos hablar de nuestras experiencias y compartir conocimiento. La respuesta ha sido excelente, pero todavía queda mucho por hacer. Estamos trabajando duro en ocupar espacios académicos en todo el mundo, pero especialmente aquí, para demostrar que construir una teoría de la moda completamente Latinoamericana no es sólo posible, sino además crucial.”

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Portada por Lorena Naveda


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