Discusiones

Ropa sin género (o cómo las empresas se han aprovechado de lo queer)

Como iniciativa formada a raíz del activismo LGTBI+, la ropa sin género busca derrocar el sistema binario que ha subsistido por años en nuestra sociedad. Esto es, que el mundo de los objetos, roles e imaginarios está dividido en dos: para mujer y para hombre. La ropa sin género es la demanda por vestirse como se te dé le gana, sin tomar en cuenta si es un hombre vistiendo ropa de mujer o viceversa – pues son etiquetas que ya están cayendo a desuso o al menos eso es lo que propone la idea de ser “queer”. La ropa, desde esta perspectiva, es una expresión libre, fluida, mixta y cambiante, como la misma identidad.

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Imagen encontrada al buscar “genderless clothing” en Google Imagenes
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Imagen encontrada al buscar “genderless clothing” en Google Imagenes

No más ropa de acuerdo al sexo y en secciones apartadas. Bajo esta premisa, entonces, las mujeres podrían utilizar ropa de hombre y los hombres podrían utilizar ropa de mujer. Esto último es lo retador, y por lo que finalmente creo que la ropa sin género no es más que un truco de marketing, como siempre.

Una industria dominada por y para mujeres

Como alguien (cisgénero) que compra ropa de hombre, la idea de desaparecer la división entre ropa de hombre y mujer, sonaba estupendo. En realidad, nunca tuve problemas con darme vueltas por la sección de hombres y comentar que usaba ropa “varonil”. Pero ahora que lo pienso bien, probablemente un hombre comprando en la sección de mujer, sí suponga un castigo social. Esta diferencia se da por el hecho de que la industria de la moda está dominada por la consumidora mujer.

Para explicar un poco mejor esto, quiero dar algunos ejemplos. Recordemos cómo está compuesta la tienda de Forever 21 en Lima: dos pisos de colección para mujer (ropa y accesorios) y medio piso para ropa de hombre. Lo mismo ocurre para H&M. La mayoría de m2 en estas tiendas se las lleva las colecciones de mujer. Saga, Ripley y Oeschle siguen este mismo patrón. También, cualquiera que le gusta ir de shopping en la ciudad se da cuenta de que hay más tiendas o boutiques locales dirigidas a la mujer. Esto es bastante claro, por ejemplo, en las ferias locales de ropa.

Los hombres, por su lado, siempre han estado relegados en temas de moda y vestimenta por estar vinculadas con la superficialidad y el cuidado de la imagen, dos esferas que social y culturalmente han estado muy ligadas al espacio femenino. Basta comparar las colecciones de hombres y mujeres en cualquier tienda, catálogo o runway para constatar que en términos de texturas, cortes, estampados y diseños, la ropa para hombres es muy limitada. No hay que olvidar que también varias de las prendas o accesorios que tradicionalmente eran masculinas (como las panties en el siglo XV o los pantalones antes de la Segunda Guerra Mundial) fueron luego mercantilizadas para un público femenino. Sin embargo, varias de ellas (como las panties y los tacos) al ser apropiadas por las mujeres, los hombres las dejaron de utilizar. Ahora, con las tendencias del oversized y boyfriend jeans, las mujeres seguimos ganando terreno en la moda, mientras que con los hombres no ocurre lo mismo.

Una industria dividida en dos: ropa para mujer y ropa para hombre

Al ser las mujeres, musas de todo diseñador de modas, la ropa masculina y femenina se se empiezan a excluir mutuamente. Se fabrica un mercado exclusivo para la consumidora preferida, en el que el high couture, las revistas de moda y las bloggers están dirigidas a fabricar lo que las mujeres van a querer comprar y usar. Al prestarle tanta atención al público femenino se genera necesariamente una contraparte relegada, llamada menswear, el cual debe ser único y diferente para poder competir con la gran industria dirigida a la mujer. Es así que se va afianzando y alargando esta brecha entre la ropa de hombre y de mujer.

No es necesario pasar muchas horas en un centro comercial o tienda para notar la diferencia entre ambas colecciones.

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Ropa para hombre, de acuerdo al catálogo de Saga Falabella
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Ropa para mujer, de acuerdo al catálogo de Saga Falabella

A continuación haré varias generalizaciones para hacer evidente este punto.

En cuanto a colores, desde pequeños nos meten en la cabeza que el celeste es para niños y el rosado para niñas. Esto se ve traducido también en la ropa para jóvenes y adultos.

En estampados, también se puede ver la diferencia. La ropa de mujer tiene símbolos positivos (como arcoíris, caras felices, etc.) y referencias a la naturaleza y  al esoterismo; la ropa de hombre, por su lado, usualmente tiene frases, retratos e imágenes relacionadas al deporte. En texturas y tipos de tela, la dominación femenina es muy clara. Mientras que la ropa para mujeres puede jugar con la cuerina, el látex, la gamuza, el tejido de peluche y un gran etcétera, la ropa de hombre se limita al algodón sintético, la lana y al cuero (solo para casacas).

En el diseño y tipo de prenda las opciones son aún más diferenciadas. Las mujeres tenemos prendas exclusivas como las faldas, los vestidos, los tacos, ciertos cortes y diseños de polos (por ejemplo, los tanks tops y crops), etc. A los hombres, por el contrario, les queda pocas prendas exclusivas para ellos (diría que no tienen ninguna más que los boxers, pero me parece que en los 90s se hizo tendencia entre las mujeres).

¿Qué tienen de especial las colecciones sin género?

Al revisar algunas tiendas con colecciones denominadas sin género, pude constatar que la mayoría de ellas consta de prendas de ropa bastante neutrales. Aquí es que empecé a sospechar de esta tendencia. Para entender este punto, necesitamos tomar en cuenta dos cosas:

  • La ropa, de acuerdo a diversos criterios (diseños, estampados, texturas, telas, etc.), posee etiquetas que la asocian a la esfera femenina o masculina, las cuales son trasladadas a quien use estas prendas. Esto es, los hombres usan ropa de hombre y las mujeres, ropa de mujer.
  • Sin embargo, si bien hay colores, texturas, diseños y estampados categorizados de forma binaria (es decir, que son catalogados femeninos o masculinos, de forma excluyente), hay prendas de ropa que se mantienen en un espacio neutral. Por ejemplo, un polo blanco, un buzo o el denim.

Las colecciones llamadas sin género se quedan en este espacio neutral. No buscan apelar, cuestionar y, menos, derrocar la frontera que separa la ropa de hombre de la de mujer. Con ello, tampoco propone la mixtura de texturas, estampados o diseños, con lo cual se empezaría a verdaderamente construir una ropa para todos (o todxs, todes).

Genderfree world no femenino
Fotografía extraída de la página web de la tienda virtual Genderfree
GDL Clothing
Fotografía extraída de la tienda virtual GDL Clothing

Arriba muestro algunos ejemplos de prendas de ropa de tiendas genderless. Al verlas me pregunto ¿por qué no presentar solo la ropa? Siguen poniéndole la ropa a un modelo hombre o mujer de acuerdo al género que la prenda aún posee.

Si de igual forma necesitan modelos (modelxs) para mostrar la ropa que venden… Entonces, ¿por qué no presentar las dos opciones: una misma prenda llevada por un hombre y por una mujer?

Además, ¿dónde están los modelos hombres usando prendas tradicionalmente para mujeres? ¿No hay ropa que mezcle, tal vez, elementos tradicionalmente varoniles y femeninos? ¿La idea no era representar lo queer (es decir, que lo masculino y femenino, como términos excluyentes, es una estupidez)? Repito, ¿dónde está lo queer?

La ropa que se puede observar en estas colecciones tira más para el lado tradicionalmente masculino, dándole más terreno a las mujeres a usar ropa “de hombre”, pero no desafiando los grandes límites que tienen los hombres a la hora de vestirse. No hay una feminización del hombre. Los hombres siguen vistiéndose como hombres. ¿Dónde está el cambio, entonces?

Efectivamente, el concepto de “sin género” (genderless) se basa en la neutralidad; pero si solo se queda en eso… ¿qué de nuevo tiene?  Como mencioné, varias prendas, diseños, estampados y telas están fuera del espectro binario, como el cuero, los pantalones jean, o un estampado geométrico. Si la idea de producir ropa sin género nace desde las demandas LGTBI+ para borrar las distinciones entre lo femenino y masculino, apelar a la neutralidad no parece contribuir en nada.

 

¿Por qué se vende como algo inclusivo, entonces?

La visibilidad de la comunidad LGTBI+ en los últimos años ha crecido, y con ello, también diversos elementos de su cultura. La evidencia y el cuestionamiento de la heteronormatividad en nuestras sociedades ha generado que la identidad se empiece a concebir de una forma personal, flexible y cambiante. Ante la resonancia que esto ha generado entre varios grupos sociales (en especial entre la juventud), varias marcas internacionales han reconocido la importancia de ponerse la camiseta en pro de esta comunidad, buscando trasladar los ideales de amor, respeto y libertad de los LGTBI+ a sus valores de marca.

Estar con el puño en alto acompañando las demandas de un colectivo que pide inclusión de la sociedad, suena bien. Comprarle productos a una marca que tiene consciencia social, también suena bonito.

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Campaña de Zara para su colección genderless
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Campaña de Abercrombie para su colección genderless

Gap es un buen ejemplo de esto. Esta marca de ropa realizó una campaña en la que lanzaba una colección gender neutral (“sin género”) para niños y niñas bajo la idea de que las niñas también deberían tener la posibilidad de poder vestir estampados que habían sido tradicionalmente para niños, como los superhéroes o carros de carrera. Todo bien, hasta allí.

Pero, por curiosidad, entré a la página web de Gap y observé que, aunque presenta esta colección genderless y otra colección promocionada bajo los colores de la comunidad LGTBI+, su ropa continúa estando dividida en secciones distintas para mujer y para hombre. ¿Alguien más que piensa que esto es incoherente con la campaña genderless?

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Extraído de la página web de GAP

No es algo nuevo que las empresas se aprovechen de alguna tendencia mundial. Existe, por ejemplo, el bluewashing, que es cuando empresas lanzan campañas en las que se promociona que sus productos “contribuyen” al cuidado del agua, obviamente tomando acciones y cifras que no abordan el problema real. Como esto, existe también el greenwashing (productos que “ayudan” al cuidado del planeta y los bosques) y el genderwashing (productos que apelan al movimiento feminista para tener más llegada a los nichos de mercado). Queda claro que el ‘washing’ se le agrega porque se genera una distorsión oportunista de movimientos y activismos reales, la cual se vuelve evidente por incoherencias que se encuentran con la visión o forma de producción de la empresa, como en el ejemplo de Gap.

 

¿De verdad necesitamos ropa sin género para empezar a vestirnos como queramos?

Quiero pensar que no. Se que tenemos la valentía y convicción para ir al piso de hombres o mujeres, probarnos la ropa que nos guste y comprarla. Joda a quien le joda.

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Nadie nos prohíbe comprar ropa de la sección contraria a nuestro sexo. La demanda por lo “sin género” no empieza en la ropa, sino en el momento que nos atrevemos a comprar lo que queramos y a ponérnoslo.