Discusiones

La indumentaria como medio cultural y económico para las comunidades indígenas y andinas

De algo que estamos totalmente seguros es que Perú alberga muchas formas de expresar su diversidad cultural tanto para recordarnos a nosotros mismos lo que tenemos como para mostrar al mundo nuestra cultura. Pero destaquemos un aspecto que no podemos dejar pasar: la indumentaria es una de las expresiones más antiguas para mostrar nuestros gustos, emociones, clase social y demás. Quizás en los tiempos actuales es cuando ciertas comunidades usan la indumentaria como medio cultural y económico para llegar al otro, al extranjero o turista. Buscan que el otro se acerque a ellos para mostrar, mediante sus vestimentas típicas, lo que hacen y cómo visten.

Pero recordemos que esto no siempre fue así y un claro ejemplo de ello es la conquista de los españoles.

Todos conocemos la historia de la conquista española en nuestro país. Con ellos al mando, muchas de las rebeliones que se dieron no sirvieron de mucho, ya que ese extranjero que había ingresado a nuestro territorio no dejaba atrás el plan conquistador y, por supuesto, tendrían que ejercerse cambios (la gran mayoría por coerción) a nivel religioso, económico, simbólico, social y político. Y, por supuesto, un aspecto que no pasa desapercibido fue el cambio de la vestimenta, aquella que, para el Imperio Inca, era tan importante porque servía para jerarquizar a las personas. Así, con las reformas en la vestimenta, el Inca perdió el control político, simbólico y social de las personas indígenas o andinas.

¿Estos cambios sirvieron como manipulación? Definitivamente.

Cultura como mercancía

Con el paso del tiempo y con el resurgimiento de las vestimentas típicas, esto ha dado un giro. Ahora la indumentaria propia de comunidades sirve de inspiración (algunas veces cayendo en la apropiación cultural) para diseñadores locales e internacionales. Pero qué mejor que el mismo sujeto que es parte de estas comunidades para explotar lo suyo como recurso económico.

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Desarrollemos mejor esta idea con un ejemplo.

Pensemos en la comunidad Asháninca. No es extraño que, al visitar esta comunidad, nos encontremos fascinados por sus cushmas (vestido de una sola pieza), los colores y las artesanías que acompañan su indumentaria. Los turistas, además de presenciar sus danzas y paisajes, y comprar la artesanía de los mismos ashánincas, celebran con ellos sintiéndose parte de la misma comunidad al usar sus trajes típicos y acompañarlos imitando sus danzas. El ambiente se vuelve en un espectáculo de interacción, donde los espectadores no son simples usuarios que están sentados observando lo que sucede, si no que junto con los personajes lo disfrutan.

Contrariamente a lo que sucedía antes, el peruano ya no tiene por qué ocultar lo que viste ante el otro (extranjero); es más, toman su vestimenta como un recurso muy importante para reproducir su economía, para perpetuar el turismo en sus regiones. Los turistas al visitar estas comunidades esperan ver a alguien diferente a ellos, pues tienen la idea de que encontrarán personas con prendas hechas por ellos mismos, prendas “rudimentarias” y artesanales, y eso es lo que encuentra y muestran los pobladores.

Estas representaciones empiezan a comercializarse y convertirse en mercancía.  ¿Qué es lo que sucede? Sus identidades, las cuales se reflejan en la cultura en la que viven, se vuelven mercancía, entonces ¿será posible que la identidad sea mercancía también? Absolutamente.

Pero la gran pregunta es si ellos están usando estas representaciones como mercancía o para seguir reproduciendo y mostrando su cultura al otro. Obviamente para resolver esta interrogante se necesitaría realizar un estudio cuidadoso de cómo se desenvuelve la situación económica y de representatividad en estas comunidades. Por ello, aquí solo se realizará una mera crítica a todo lo que arrastra consigo la interrogante.

En ambas situaciones, es innegable que la cultura se está usando como un recurso para la economía de estas comunidades, quienes toman sus recursos culturales y lo convierten en un espectáculo para el otro. Pero ojo, aquí no los estamos victimizando ni tampoco sosteniendo que aprovechan el turismo para generar más dinero, pues es mucho más complicado que eso.

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la indumentaria como medio cultural y económico
Turista en la Comunidad Ashaninka. Foto vía Google Imágenes.

Vestirnos para el otro

Asimismo, surge un acuerdo de complicidad indirecta entre aquel que produce y aquel que recepciona la mercancía como cultura; y la vestimenta, sin duda, es el centro de atención de este espectáculo. La gran pregunta es ¿seguiríamos presenciando estas actividades culturales si la vestimenta, en dichas circunstancias, no se hubiera revalorado o si el turista no existiera?

¿Dependemos de la presencia del otro-extranjero para seguir reproduciendo nuestra cultura? Sinceramente, en mi opinión creo que las comunidades lo hacen con la consciencia crítica y táctica de enriquecer sus condiciones en el país como una alternativa para seguir sobreviviendo.

Es así como la vestimenta cobra tanta importancia. Una prenda puede decir mil cosas, ayudar a visibilizar la cultura de una comunidad, contribuir con la economía de una comunidad. incluso, puede servir como pretexto para vincularse con un otro.


Portada por Lorena Naveda

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