discriminación en probadores de ropa
Discusiones

“Lo siento, no puedes entrar aquí”: discriminación en probadores de ropa

Una tarde de amigues puede ser tristemente opacada por situaciones imprevistas. Esto fue lo que me pasó un viernes cualquiera cuando una salida de diversión en un centro comercial, sin pensar terminó en un caso de discriminación en probadores de ropa.

Ropa de caballeros y damas 

En un mundo binario con estereotipos hegemónicos siempre van a buscar posicionarte en uno de los dos bandos, hombre o mujer, pero ¿qué pasa cuando no entras en ninguno?

Para empezar, soy no binarie, soy de sexo masculino y los pronombres que uso son She/He, pues a lo largo del día tengo una expresión andrógina. Para mí, la ropa no tiene género y eso lo aplico en la vida diaria al jugar con la ropa sin limitarme a una sola sección. 

Este viaje de autoconocimiento empezó hace apenas 3 años cuando entré a la universidad, pues cambiar de ambiente me ayudó a descubrir quién era. Es en ese momento que empecé a ser no binarie sin siquiera saber que este término existía.

Esta identidad de género forma parte de la comunidad LGTBIQ+, lo cual quiere decir que existen personas que no se sienten identificadas con la identidad de mujer u hombre, ni de las concepciones sociales vinculadas a estas palabras. Es necesario saber que es imposible hablar sobre la existencia de reglas para ser no binario, pues cada quien tiene un proceso. Así, si bien en mi caso yo lo traslado a mi expresión con la vestimenta, también hay personas no binarias que tienen un aspecto normativo.

LEE TAMBIÉN: [Ropa sin género (o cómo las empresas se han aprovechado de lo queer)]

En ese sentido, dentro del espectro de la identidad de género no binario se puede llegar a tener expresiones femeninas y a la vez masculinas. Y es bajo este escenario que es común encontrarse que otra persona las vincule a un género específico de acuerdo a cómo se vean, solo con el afán de simplemente ‘normalizar’ su realidad a algo que conocen, pues para la sociedad no hay aspectos intermedios. Esto es lo que justamente da pie para que sea posible que exista discriminación en probadores de ropa o en cualquier otro lugar.

“Lo siento señorita, no puede entrar al probador”

Esto me dijo el encargado de la tienda cuando intenté entrar a probarme prendas que “no correspondían” con mi sexo.

Un viernes saliendo de la universidad yo y una amiga íbamos a reunirnos con nuestro grupo. Era un día normal, pero llegamos muy temprano y estabamos esperando. Nos sentamos en el sillón de un centro comercial que quedaba enfrente de una tienda de ropa que no nos gustaba mucho, pues teníamos malas referencias del lugar y realmente la ropa que traían se nos hacía algo anticuada. Sin embargo, estábamos muy aburridas y ante la duda decidimos entrar. Es así que paseamos por todo el lugar y llegamos a encontrar algunas prendas que tenían potencial. Fue entonces cuando decidí dirigirme al probador llevando en las manos prendas masculinas y femeninas. De hecho, era la primera vez que me animaba a escarbar en la sección de ‘mujeres’. 

Me dirigí al probador de ‘chicos’ como normalmente acostumbraba en ese tiempo, ya que hasta ese momento apenas estaba experimentando con ropa ‘femenina’. Llevaba algo de maquillaje y al parecer esta fue la razón por la cual el portero vio con extrañeza que una ‘chica’, como él dijo, entrara al probador de varones.

LEE TAMBIÉN: [Género y moda, parte 1: en de-construcción; Género y moda, parte 2: en re-construcción]

Ante su duda, pues estaba extrañado por no saber si yo era mujer u hombre, me envió al probador de damas, no sin antes mirarme raro y hablar por su intercomunicador. En este punto yo estaba súper incomode, pero asentí sin decir nada, pues no esperaba que esto llegara a pasar. Además, por la expresión del guardia pensaba que era algo del cual yo tenía la culpa. Sin embargo, mi extrañeza se volvió sorpresa cuando la chica del otro probador también me negó el pase.

Mi reacción inmediata fue simplemente salir de la tienda sintiéndome realmente extraña. Esa sola experiencia opacó el resto del día y cuando aparecieron las demás personas que esperaba simplemente tuve que fingir buen humor.

Esa situación, y la falta de información sobre expresiones de género disidentes, me hizo pensar que tal vez era mi culpa por experimentar con prendas nuevas, pues toda la ropa que veía alrededor tenía diferencias muy marcadas de acuerdo a su asociación al mundo femenino o masculino, y yo sentía que estaba justo en el medio de esas opciones. Días después incluso me cuestioné lo que estaba haciendo al buscar nuevas opciones y me pregunté por cuál otras experiencias parecidas podría yo llegar a tener, además de la discriminación en probadores de ropa, por simplemente no lucir como alguien “común”. 

Como una persona que ama la ropa es frustrante pensar que esto me haya pasado. Es realmente imprevisto. Nadie se espera que alguien te diga qué es lo que debes comprar ni tener que soportar episodios de discriminación en probadores de ropa.

Me hice un lío en la cabeza. Si bien empecé a usar ropa que se ajustara a la norma binaria de género, realmente no me sentía cómodo. Estaba dejando que otras personas decidan mi realidad. Entendí, así, que es más fácil para las personas que te juzgan que tú cambies en lugar de que ellos se deconstruyan o simplemente sean un poco empáticos.

Las personas van a suponer tu género y te van a tratar de cierta forma según te observen. Siempre vas a tener que dar explicaciones. Por ejemplo, en el caso de que seas mujer y quieras algo fuera de la sección femenina te vas a sentir juzgada, evitando no solo que te pruebes nuevas prendas, sino también posponiendo la exploración de tu propia identidad.

Tu Armario, Tus Reglas

Collage propio de personas LGBTIQ+ peruanas. Elaboración propia

Al día de hoy gracias a las redes sociales se ven cambios impresionantes en el cine, la moda e incluso la publicidad, dando espacios que crean comunidad y nos muestran nuevas realidades. Para quienes tenemos identidades disidentes, siempre es de ayuda tener información a la mano y saber que hay más personas como uno. Lo nuevo da miedo, pero nos da opciones y así evolucionamos juntos.

Bajo mi experiencia y en lo que llevo definiendo quién soy, creo que es demasiada carga emocional centrarte en lo que los demás piensen de ti. No hay que tenerle miedo a uno mismo ni dejarse avasallar por comentarios ajenos. Siempre va a haber alguien dispuesto a hablar de más, pero, aunque suene cliché, no puedes agradarle a todo el mundo. Algo que entendí con todo esto es que la única persona de la cual necesito aprobación es de mí mismo.


Portada por Lorena Naveda

Si quieres leer más artículos como este, síguenos en Instagram.