
Cuerpos gordos, feminismo y moda
Hace unas semanas empezamos a hablar en nuestras historias de Instagram sobre la representación de los cuerpos en las marcas locales. Muchxs de nuestrxs seguidorxs nos respondieron que claramente había una falta de representación para los cuerpos gordos, viendo que en la mayoría de marcas lxs modelxs eran personas esbeltas. Esta representación, en la mayoría de casos, no calzaba con la forma en la que nuestrxs seguidorxs se veían a sí mismxs. Bajo esta premisa, el artículo de #Discusión de este mes se centra en la representación de los cuerpos gordos, usualmente relegada y mal vista, y cómo esta responde a un sistema opresivo y patriarcal, del cual la moda muchas veces le ha seguido los pasos.
Disclaimer: sabemos que la falta de representación de cuerpos gordos en los medios –en específico la moda- afecta transversalmente a hombres y mujeres. Sin embargo, es inconmensurable el impacto que ésta tiene sobre las mujeres, quienes se encuentran en una posición desfavorable dentro de la sociedad patriarcal. Solo basta ver los índices de anorexia o bulimia entre la población de mujeres para darse cuenta que la preocupación por el cuerpo es mayor entre estas últimas. Esto no es una opinión, es un hecho.
Asimismo, queremos aclarar que utilizamos el concepto de cuerpos gordos para referirnos a todos aquellos cuerpos que no encajan con la esbeltez mostrada en los medios. Por último, esto no es una crítica contra los cuerpos esbeltos, pues aunque correspondan con el ideal femenino patriarcal, también están sujetos a los regímenes de autocontrol y vigilancia que este último impone.
La belleza y la salud en la dicotomía gordx/flacx

Empezamos mencionando que cuando hablamos que la relación gordx/flacx es una dicotomía nos referimos a que son dos conceptos excluyentes (no puedes ser gordx y a la vez flacx) que se construyen como si no hubiera intermedios (o eres gordx o eres flacx, no hay más). Asimismo, son conceptos son artificiales y por tanto su frontera también, sino pregúntate: ¿en qué momento unx puede decir que ya no es flacx, sino gordx?
Hay dos discursos que se han erigido para legitimar esta dicotomía y, de taquito, posicionar a los cuerpos gordos en una escala por sobre debajo de los cuerpos esbeltos.
El primero, como es de suponer, es el discurso hegemónico de la belleza. Con esto nos referimos a la existencia y legitimación de una (1) sola forma de ver la belleza, la cual se representa por ese cuerpo alto y esbelto, de tez blanca y pelo claro. Esta representación, según Noortje van Amsterdam, antropóloga holandesa, está construida de acuerdo a lo que se ha denominado como heterosexualmente atractivo y exitoso. Así, el cuerpo gordo, al no encajar con esta representación, es asociado con lo no-atractivo y lo no-exitoso.
El discurso neoliberal de salud es el segundo constructo que se relaciona con la dicotomía gordx/flacx. Desde este discurso, sigue van Amsterdam, el cuerpo gordo es concebido como un riesgo para la salud, así como un costo extra para el servicio médico. Por tanto, para la sociedad neoliberal se convierte en un cuerpo inútil y no saludable.
¿Qué tiene que ver el patriarcado?

Ya quedó claro que al hablar de la dicotomía flacx/gordx estamos también hablando de la dicotomía bellx/no-bellx, existosx/no-exitosx y saludable/no-saludable. Es claro, también, que lo gordx se construye en completa oposición a lo flacx.
Sin embargo hay un eje que es transversal a todas las categorías anteriores y que es el pilar que sustenta y reproduce la posición que aún mantienen los cuerpos gordos en la sociedad. Y es que cualquiera se puede preguntar: ¿las categorías anteriores de dónde salieron?, ¿quién o qué las construyó y por qué?
Aquí viene la más grande dicotomía: hombre/mujer, o lo masculino/femenino; siendo esta última un sistema binario que se ha construido para servir y legitimar a la primera dicotomía. Nuevamente, los dos conceptos se excluyen (y hasta se rehúyen) y su frontera -lamentablemente- se sigue protegiendo a escudo y capa.
Justamente para proteger las fronteras entre lo que es ser/verse hombre o mujer, se construye la idea de mujer a partir de diversos elementos, entre ellos los atributos corporales. Así, la idea de mujer se asocia al cuerpo dócil, de tamaño más pequeño que el del hombre y, consecuente a esto, que ocupe poco espacio. ¿A qué les suena esto? Sí, a un cuerpo pequeño y esbelto.
¿Desde dónde se construye todo esto? De acuerdo a Giovanelli y Ostertag, cientistas sociales estadounidenses, “al cuerpo de las mujeres se les asigna un status dentro de una jerarquía que ellas no han hecho” (traducción propia, 2009 p. 289) Así, el cuerpo de las mujeres y su representación se construye a partir de lo no-hombre o no-masculino, justamente para legitimar la dicotomía hombre/mujer como excluyentes pero a la vez complementarios (esta complementariedad artificial, dicho sea paso, sirve como bandeja para reclamar la heterosexualidad como lo “normal”).
Estas fronteras corporales que se han construido para diferenciar hombres y mujeres, incluso también persigue a los cuerpos de mujeres muy musculosas. ¿Cuantas veces hemos escuchado a personas criticar a las fisicoculturistas por tener ya “cuerpo de hombre”?
Las dietas y los ejercicios, la autovigilancia del peso

Los cuerpos de las mujeres, al ser construidos en oposición al de los hombres, están sujetos a una capacidad de autocontrol y autovigilancia para corresponder con el ideal femenino impuesto por el patriarcado. El control del deseo y del impulso resultará, así, en un cuerpo contenido y firme. Es por esta razón que los cuerpos gordos o con celulitis (indicador de flacidez) se asocian con la falta de disciplina o la flojera.
De acuerdo a Susan Bordo, filósofa estadounidense, “en las religiones occidentales dominantes y en la tradición filosófica, la capacidad de autocontrol es asociada al hombre. Por el contrario, todo lo corporalmente espontáneo –hambre, sexualidad, emociones- son vistos como necesarios de contener y controlar, y son asociados a la mujer. El manejo del deseo femenino es un problema en las culturas falocéntricas, pues este deseo es excesivo, irracional y desafía el orden patriarcal” (traducción propia, 1993 p.219).
A diferencia de sociedades en las que el poder era digirida de forma más directa por medio de una figura autoritaria, en las sociedades contemporáneas el poder es una red de prácticas, instituciones y tecnologías, por lo que, siguiendo al filósofo Foucault, la vigilancia no se da desde un ser supremo hacia el resto de la sociedad, sino a través de unx mismx.
Al naturalizar el patriarcado, “las mujeres aprenden a verse y juzgarse a través de los ojos del hombre y de acuerdo a los criterios de este” (traducción propia, Giovanelli 2009 p.289), esto es, de acuerdo a Susan Bordo, a perseguir “un ideal femenino de dependencia, domesticación y delicadeza” (1993, p. 202).
A partir de ello se despliegan diversas estrategias de vigilancia donde unx mismx busca mantenerse a raya para evitar un cuerpo gordo. La autovigilancia “se da a través del tiempo (por una constante vigilancia) y espacio (a través de la medición de cuánto espacio ocupa el cuerpo)” (traducción propia, Bartky en Giovanelli et al 2009, p.290). Las dietas, el ejercicio y la vigilancia de la “buena” postura son algunas de estas prácticas de autovigilancia que se convierten en regímenes para evitar convertirse en un cuerpo gordo, el cual es asociado al cuerpo inútil y al ser flojx.
El ejemplo de la foto de Adele delgada es perfecto para ilustrar cómo el paso de un cuerpo gordo a uno flaco se vuelve sinónimo de fortaleza y celebración. Por el contrario, el paso de un cuerpo delgado a un cuerpo gordo se toma como un indicador de que la persona se dejó de cuidar o querer. ¿Nos equivocamos?
¿Por qué no hay cuerpos gordos en la moda?

En la naturalización del ideal femenino patriarcal las imágenes que consumimos juegan un gran rol. Es en estas representaciones visuales que se enseña cómo las mujeres se deben vestir, lucir y mover. Así, estas imágenes se convierten en “reglas y regulaciones a través de las cuales el cuerpo vivido es entrenado y moldeado para obedecer y responder, convirtiéndose en un cuerpo socialmente adaptado y útil” (Bordo 1993, p. 198).
El sistema de la moda se vale justamente del consumo de imágenes y está compuesto por instituciones que funcionan como principales legitimadores de lo que es bello, entendido este desde una perspectiva hegemónica (o sea, lo alto, joven, delgado, firme y blanco). Desde el estándar de cómo luce unx modelx (dicho sea de paso, el uso de la palabra modelo ya es problemático, pues supone un ideal) hasta la proliferación de marcas que con las justas pasan el límite de la talla L, el sistema de la moda es una de las principales figuras que ha reproducido por años y fortalecido la asociación entre cuerpos esbeltos y lo bello, y cuerpos gordos y lo no-bello.
Últimamente hemos visto, sí, que más iniciativas se están sumando al movimiento body positive, el cual, como respuesta a esta representación hegemónica del cuerpo, busca mostrar cuerpos gordos, cuerpos con celulitis y no firmes, y todo el abanico de posibilidades de cómo puede lucir un cuerpo.
Sin embargo, de acuerdo a un reciente panel de discusión con diferentes agentes del sistema de la moda estadounidense, la popularidad del body positive ha llegado a las grandes marcas y revistas de moda, las cuales finalmente son las que más consumo tienen. Sin embargo, esta solo se ha vuelto una estrategia de publicidad para la cual la diversidad es más un checklist o una cuota, o material que sirve solo para una campaña. Aquí podemos nombrar a la famosa marca Victoria’s Secret, que lanzó una campaña body positive mientras que en sus pasarelas se reproducía el ideal femenino patriarcal por medio de sus Victoria’s Angels.
Asimismo, este discurso inclusivo (pues busca más incluir a “lxs otrxs”, que a mostrar diversidad) viene de una mirada masculina que predomina en el sistema de la moda. De acuerdo a Caryn Franklin, ex coeditora de la revista i-D y panelista en la discusión anteriormente citada, “los CEO hombres están elaborando su idea de feminidad por ellos mismos”
(Entwistle et. al. 2019, p.317) . Continúa: “en la moda, la representación de la feminidad es dominada usualmente por la perspectiva del hombre, lo que significa que verás a una adolescente sexualizada o una mujer infantilizada. No es un mensaje real, solo la representación de la novia soñada” (Entwistle et. al. 2019, p.318).
Fat power

Si el ideal femenino, en el cual el principal atributo es la esbeltez, deviene de un sistema patriarcal; entonces, como bien lo mencionó Susan Bordo, los cuerpos gordos “desafían el orden patriarcal”… y capitalista, si recordamos el rol que tiene el discurso neoliberal de salud mencionado al inicio del artículo.
Si bien el body positive es utilizado como una estrategia de publicidad por las grandes marcas y revistas de moda, este también ha sido cuna para la emergencia de una gran cantidad de bloggers activistas, eventos plus size, iniciativas de activismo plus size y desfiles más diversos. Sin embargo, existe una necesidad real de que todos los agentes de la moda destruyan este ideal femenino patriarcal. Fotográfxs, modelxs, editores, agentes de casting, diseñadorxs y publicistas son figuras que tienen que estar en sincronía para poder desbaratar la asociación errónea y dañina de los cuerpos gordos a lo no bello e inútil.
Mientras tanto, desde nuestras trincheras desintoxiquémonos de este ideal femenino patriarcal. Dejemos de normalizar la autovigilancia a nuestros cuerpos (gordos o flacos) y empecemos a normalizar el deseo y el amor a lucir como se nos dé la gana.
¿Quieres ahondar más en el tema?
Te dejamos la bibliografía que utilizamos para elaborar este artículo ???
- Bordo, S. (1993) Unbearable weight: feminism, western culture and the body. University of California Press: California. Libre descarga aquí.
- Entwistle, J. Frankling, C. Lee, N & Walsh, A. (2019) “Fashion diversity”. Fashion Theory, 23:2, pp. 309-323. Descarga desde sci-hub con este link.
- Giovanelli, D. & Ostertag, S. (2009) “Controlling the body: media representations, body size and self-discipline”. En: Rothblum, E. & Solovay, S. (ed.) The fat studies reader. New York University Press: Nueva York. Libre descarga aquí.
- van Amsterdam, N. (2013) “Big fat inequalities, thin privilege: an intersectional perspective on ‘body size'”. European Journal of Women’s Studies, 20:155, pp. 155-169. Libre descarga desde sci-hub con este link
Portada por Lorena Naveda
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Feminista en constante cuestionamiento. Antropóloga y gestora cultural obsesionada por ver la moda como objeto sociocultural.